Este poema está dedicado a la sonrisa de mis ojos, mi hijo Andrés.
Aunque el fuego se extinga cada noche
Bajo el rescoldo hiberna la llama que calienta el nido.
Pájaro de luz.
Alegres alas iluminando el cielo.
Buscador intrépido de nuevas flores.
Inquieto colibrí,
Libarás cada instante
Poblando la tierra de colores.
Difícil de apresar si no es entre unos brazos,
Tan cálido como para no intentar enjaularlo
Vuela bajo. El nido, cerca.
Llegará el día de perderse entre las nubes…
Aunque serás siempre
Frágil como una gota,
Fuerte como un torrente,
Superviviente de múltiples naufragios.
Porque, aunque el fuego se extinga cada noche,
Será tu luz la chispa que precede al incendio.
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