Este poema 2 – Curva es el primero de las parejas que componen el poemario Mixtilíneas que se inicia desbordando sensualidad.
Junto a la vereda que abraza el río
nuestros cuerpos desnudos,
ebrios de pasión,
unidos a la hierba fresca,
a la tierra fértil,
al bosque, a las flores,
al rumor de la burbujeante agua,
a la fragilidad de las rocas,
al curso del río serpenteante,
sucumben al estar y al ser
uno solo.
Es el tiempo de entregar y recibir,
de dar la vuelta a la piel
para mostrar aquello que se esconde
en cada poro,
en cada pliegue imperceptible del silencio.
El viento frío eriza el vello,
los pezones enhiestos,
se enciende el fuego bajo el vientre,
y rezuma la miel
y se vierte el néctar entre mis labios y los tuyos.
Una alfombra de deseo bajo la sombra de los árboles,
posturas imposibles,
dedos expertos recorren el contorno
definiendo discursos
y conceptos etéreos.
Con la sibilina lengua
atraviesas defensas,
cicatrizas heridas,
borras con saliva los tatuajes, las marcas,
las imperfecciones del tiempo.
Poco a poco se difumina el entorno
hasta que asoma la plenitud
de ser en el otro,
de estar en el otro
siendo uno mismo
y estando desde dentro.
Es, después, cuando llega el vacío,
el cansancio, el sopor,
y te veo,
brillante y sudoroso,
con un halo de luz en todo el cuerpo,
con un fulgor resplandeciente en los ojos.
Es, entonces, cuando pienso:
Morirse tiene que ser como esto.
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